domingo, 31 de enero de 2010

[Relato]Más vale tarde que nunca



La Verja - Rusiñol



MÁS VALE TARDE QUE NUNCA

Llegaba tarde. Lo sabía. Había dudado hasta el último minuto, intentando decidir si debía asistir o no desde el momento en que leyó la noticia en la prensa; no había recibido ninguna llamada avisándole, había perdido el contacto con todos sus antiguos condiscípulos y ahora se preguntaba si alguno de ellos lo reconocería, si le dejarían entrar. La vida a veces da vueltas a tu alrededor como una peonza y algunas veces llegamos al punto donde estábamos al principio. Una verja cerrada, nada más. Ya había llegado hasta allí, a las puertas del viejo internado donde había pasado su adolescencia. ¿Le abrirían si llamaba? Sacudió la cabeza, retirando la mano. Era mejor que las cosas fueran como habían sido siempre, saltaría la reja y entraría por la ventana de su vieja habitación.

Ya no era el jovenzuelo rebelde que se escapaba por las noches del colegio, los años le habían pasado factura. Presumía de conservarse bien, estaba en forma, su talla apenas había cambiado durante todos esos años y las arrugas que empezaban a agolparse alrededor de sus ojos todavía eran finas y, sin embargo, sentía la edad que tenía en los músculos y en los huesos, la agilidad de la juventud hacía mucho que lo había abandonado. Conservaba bien su apariencia, el cabello siempre un poco largo, la misma intensidad en los ojos, presumía también de conservar el espíritu, pero eran muchas cosas las que habían cambiado.

Se ocultó entre los árboles al ver pasar a la gente, alguno quizás le reconociera aunque él no era capaz de reconocer a sus antiguos compañeros en aquellos hombres serios de aire satisfecho. ¿Cómo lo verían a él? En realidad toda su apariencia era mentira.

En el teatro da igual cómo seas de verdad, existe el maquillaje y las pelucas, las luces que ocultan o resaltan lo que interesa, te han parecer joven aunque no lo seas. El cable nunca se ve cuando extiendes los brazos y empiezas a volar.

Las verja continuaba igual y la recorrió hasta llegar a la parte trasera, allí donde tantas veces la había saltado. Trepar ahora le costaba más, sentía que se resbalaba son los zapatos se dijo, son los zapatos. Cayó al suelo tras saltar al otro lado, antes caía de pie, como los gatos, antes no perdía el aliento al correr, no le crujían las rodillas. Corrió hacia la colina.

Todo parecía estar igual a cómo lo recordaba, el viejo árbol donde solía subir, las ramas donde se recostaba a tocar la armónica, nada había cambiado. Cerró los ojos y se imaginó de nuevo joven, con sueños, con esperanzas, con la excitación que produce el miedo cuando haces algo que no deberías. Encender un cigarrillo ya no era una provocación, sus sueños se habían convertido en humo, las esperanzas se habían revelado espejismos. Estaba viviendo la vida que había elegido, tenía una esposa y un hijo, un teatro que lo aplaudía ¿Porqué echaba de menos aquellos días en los que no era feliz?

-Supongo que siempre me preguntaré si lo que perdí es mejor que lo que tengo. Aunque en realidad no lo sea.

Caminó despacio, el edificio no estaba muy lejos, ahora sí veía cómo las cosas habían cambiado. La fachada era de otro color, veía un grupo de ventanas que antes no existía, habían añadido un ala al edificio. Buscó la ventana que le interesaba y sonrió al comprobar que estaba entreabierta, todavía podía escalara la pared hasta ella, no era tan viejo. Todavía podía hacerlo. Se dio impulso más con obstinación que con fuerza y comenzó la escalada, los zapatos le resbalaban, sentía cómo la pared raspaba sus manos, pero siguió adelante. Recordaba cada una de las veces que había subido hacia esa ventana, se había escapado muchas noches pero siempre había vuelto. Esa habitación había sido su hogar.

Se dio un último impulso para llegar hasta la ventana y cayó dentro de la habitación, dándose un golpe contra una silla. Se quedó un momento en el suelo, mirando a su alrededor. Había cambiado. La cama estaba apoyada ahora contra la pared contraria a la que él recordaba, los muebles eran distintos, no había ropa tirada en el suelo aunque algunos detalles personales le dijeron que esa habitación estaba ocupada.

Se levantó y comprobó que se había roto la chaqueta a la altura del codo. Se miró en el espejo y se ajustó la corbata. Un gesto que a todos los que le conocieron en otra época le hubiera resultado extraño. ¿Me parezco a mi padre? pensó. Se miró a la cara y observó que había algunas hebras grises en su cabello.

Oyó voces en el exterior.

-Ten cuidado, si descubren que te has encontrado con ella en el establo…

-Nadie lo sabrá, tengo que ir, me lo ha pedido en la carta, tiene que ser para algo importante… Se que tú no dirás nada.

-Yo no, pero como se entere el infeliz de Ned y se lo cuente a la bruja de su hermana se va a liar una bien grande.

Una puerta se abrió y se cerró, después se abrió otra, demasiado cerca. Se volvió y se encontró delante de un joven alto y desgarbado, de cabellos oscuros y ojos azules.

-Señor… -el joven parecía confuso, pero le parecía que su tono tenía algo de desafiante-. Esta es mi habitación.

-Fue la mia hace ya muchos años, quería ver si las cosas seguían igual.

-¿Y siguen igual?

-Hay cosas que nunca cambian.

-¿Ha venido al funeral?

-Sí… creía que viviría para siempre y que siempre sería la directora de este lugar.

-Estos últimos años lo único que hacía era regañar y asustar, estaba ya muy mayor. Cuando yo llegué ya había otra directora. ¿Se lo hizo pasar mal?

-Creo que fue algo mutuo. ¿Es la carta de una chica? –al mirar el papel que el chico sostenía en la mano, éste se ruborizó.

-A veces las cartas son falsas y cuentan mentiras, sobre todo si tiene enemigos cerca. Y si tus enemigos tienen hermanas yo en tu lugar me aseguraría que la letra no fuera la de ella.

El muchacho tragó saliva.

-Gracias, señor.

-Voy a presentar mis respetos a la difunta –sonrió al recordar a la antigua directora del internado- . Sé que le haría ilusión.

-Hay muchos antiguos alumnos abajo, seguro que encuentra a viejos conocidos, señor.

Asintió y salió de la habitación. Señor, señor… ¿realmente me pareceré a mi padre? Oyó voces a su espalda.

-¿Quién era ese?

-Viene al funeral. ¿Puedes conseguir una muestra de la letra de Margaret?

-¿De Margaret? ¿para qué?

-Tú cosiguela y después te cuento.

Las voces se fueron difuminando conforme bajaba las escaleras. El féretro estaba dispuesto en una amplia sala, rodeado por el resto de las profesoras y más gente de la que nunca hubiera imaginado que asistiría. Algunos habían traído flores. Muchos fumaban, a la anciana no le habría gustado eso. Se quedó un momento en la puerta, observando, quizás buscando una cabeza llena de rizos rubios o esperando oír una risa contagiosa. No estaba. Dio un paso hacia el interior y estrechó con fuerza la mano de un hombre calvo que se acercó a saludarle. Lo miró a los ojos pero le resultó imposible recordar su nombre.

-Pensaba que la vieja nos sobreviviría a todos –dijo su antiguo condiscípulo, no había lágrimas, ni dolor. Era algo natural, era ya muy anciana-. Oí que te van bien las cosas, el teatro lleno todas las noches.

-Voy a presentarle mis respetos –dijo, y evitó la palmada que el hombre intentó darle en la espalda. Avanzó hacia el féretro, se quitó la corbata y desabrochó el cuello de la camisa. Llevaba la chaqueta desgarrada.

No me parezco tanto a mi padre. Me reconocerá.

 
Magritte

sábado, 30 de enero de 2010

[Reseña] Intrigas y deseos

Nunca me ha gustado demasiado Dalgliesh. Me resulta demasiado lejano, demasiado frío. No es un personaje con el que pueda sentirme identificada y tampoco llega a resultarme odioso, P.D. James construye un personaje que en todas las novelas en las que lo he visto ha conseguido dejarme indiferente.

Lo mismo me pasa muchas veces con sus novelas. Son correctas, pero no me terminan de llegar. La trama está bien construida, pero no termina de interesarme. En Intrigas y Deseos se intuye fácilmente quien es el asesino a mitad de la novela, en otras  que he leído está más disimulado pero aquí brilla abiertamente. También desde las primeras páginas sabemos quién va a ser la víctima, todo está mostrado de forma tan abierta que por un momento pensé que podía haber algo más, que daría algún giro que me sorprendería. No ha sido así, la trama da vueltas para llegar a donde estaba previsto.


Venus - Chasseriau

A diferencia de otras novelas de P.D. James, aquí Dalgliesh no es el protagonista. Tiene tan poco peso que me pregunto porqué está ahi ¿porqué no lo ha suprimido? Podría haberlo hecho y no se hubiera notado.  El otro detective, Rickards tampoco tiene mucha importancia. No hay grandes protagonistas ni entre los investigadores ni entre los sospechosos, todos tienen su lugar en el puzzle, un lugar preciso y concreto del que no salen.

Quizás el verdadero protagonista del libro sea la casualidad y los malentendidos. No entendí la importancia de un vaso mellado, la amplia descripción que le dedica, hasta que no vi que era la causa de una mala interpretación. La policia saca conclusiones erróneas de sucesos casuales, también lo hacen los sospechosos. Lo más interesante del libro es ver cómo las personas actúan de forma equivocada porque interpretan mal los mensajes que les llegan. Hay personajes que mueren por un error, una muerte extraña y ajena a la trama principal pero que cobra gran interés a pesar de ser una trama secundaria, posiblemente sea el momento más intenso del libro, sin embargo los personajes que llegan a ese momento intenso apenas han sido tratados, los hemos visto de refilón, sospechosos de relleno.

Se nota en el libro la falta de un protagonista que arrastre la historia, de personajes atractivos que atrapen al lector. Hay personajes que parece que van a dar mucho de sí y se quedan en anécdota, otros en cambio parecen personajes de relleno y acaban adquiriendo más importancia. A la trama le falta vigor, intensidad, está muy bien construida, no hay fallos de coherencia, pero le falta algo que nos lleve a querer pasar de página y a no soltar el libro hasta que hayamos descubierto qué es lo que está ocurriendo. Intrigas y deseos es una novela correcta, pero nada más.



Molino - Carlos de Haes

domingo, 17 de enero de 2010

[Relato]Noche de Luna

Los dos cuervos de alas azuladas continuaban posados sobre la reja que rodeaba el jardín. Lo miraban fijamente, como si le estuvieran diciendo que aquel no era su lugar, que no debería estar allí. Jared tragó saliva. Nunca se había alejado tanto solo de noche y se sentía culpable por ello. Su casa parecía tan lejana alli, en el lindero del bosque. Pero ya era mayor. No debía tener miedo. Sólo eran dos pájaros negros y no podían hacerle daño.


Friedrich
Avanzó despacio. Cada paso que daba le costaba más trabajo que el anterior. Su cuerpo estaba cambiando poco a poco y no podía hacer nada por evitarlo. Había crecido mucho en el último año. Ya tenía una sombra de vello en sus mejillas y sentía que sus brazos se iban haciendo más duros y más fuertes. Los zapatos hacía tiempo que le apretaban y se quedaban siempre olvidados en casa. Corría mejor sin ellos. Tenía que decidirse ya. Dio un paso más. Dejó atrás el bosque y avanzó hacia la reja. Se sentía de pronto desprotegido, como si aquellos altos árboles pudieran defenderlo de la mirada fría de los cuervos.

Levantó la cabeza y les sostuvo la mirada. No dejaría que vieran que tenía miedo. Avanzó un poco más. Primero despacio, después tomó carrerilla y de un salto dejó la reja atrás. Ya estaba dentro. No había sido tan difícil. Jared se dio la vuelta y miró a los pájaros, desafiante, desde el interior del jardín. Los cuervos no le hicieron ningún caso y continuaron vigilando el bosque. Jared esperó, hasta que uno de ellos se volvió de pronto, sus ojos tan punzantes como saetas afiladas, pero no se abalanzó sobre él.

Jared levantó la cabeza. Se sentía seguro, poderoso, lleno de energía; sentía que si se hubieran enfrentado hubiera podido acabar con el cuervo allí mismo. No estés tan seguro, parecían decirle los ojos negros del pájaro, pero continuó sin moverse. Jared se dio la vuelta, dispuesto a continuar.

Dentro del jardín también había árboles, pero no eran tan altos y recios como los del bosque. En el jardín estaban muy separados y sus ramas se alargaban hasta el infinito intentando tocarse. El viejo sendero estaba recubierto de malas hierbas y apenas se distinguían los restos de grava. Alguna flor solitaria sobrevivía entre los arbustos, un recuerdo de lo que ahbía sido ese lugar antes de que los estragos del tiempo y el abandono lo hubieran convertido en un sitio fantasmagórico. La hiedra se enroscaba por todas partes, mustia y seca, como si hubiera robado toda la vida del jardín y ya no le quedara nada, excepto consumirse.

Jared avanzaba mirando hacia todos los rincones, buscando en las sombras la causa de su miedo. Algunos decían que en el jardín flotaban los fantasmas, otros que los aparecidos paseaban entre las ruinas del viejo castillo. Todos tenían prohibida la entrada en el jardín y sólo unos pocos se atrevían a traspasar la verja. Ninguno había vuelto para contar exactamente qué pasaba en él.

A su alrededor oía el graznido de los cuervos y el ulular de una lechuza lejana. No sabía porqué pero había dejado de tener miedo. Su futuro estaba delante de él, en cada paso que daba sobre el sendero de grava. Sólo tenía que seguir caminando un poco más.

Se detuvo. La presencia tomaba forma delante de él, envuelta en rayos de luna. Se había materializado de pronto y Jared tardó un segundo en reconocer qué era. Unas cuencas vacía miraban al horizonte, como si pudieran ver a través de él. Las carnes magras apenas parecían sostenerse alrededor de los huesos. Estaba sucio y la ropa le colgaba en jirones. Jared se fijó en las manchas de sangre que estaban tan secas que ahora eran de color parduzco.

Jared dejó de respirar, se quedó quieto, sin hacer ningún movimiento, preguntándose si aquel hombre era un fantasma y si le habría visto, pero la figura no hacía ningún movimiento. De pronto extendió la mano y abrió la boca, intentando gritar, sacudiéndose de encima un enemigo invisible que lo atormentaba.

Déjame ayudarte, quiso gritar Jared, Déjame ayudarte. Dime... Pero de su garganta sólo salió un sonido ronco y sintió un dolor terrible, como si le hubieran arrancado la voz de cuajo. Intentó toser, sacudirse aquella presión que le atenazaba la garganta. Por alguna razón no le daba miedo, aunque sólo con que aquel hombre avanzara unos débiles pasos ya estaría encima de él.

El hombre dio un paso adelante, con la boca abierta en aquel grito mudo que Jared no podía oír. se preguntó si se habría quedado sordo. Dejó de mirar la figura y buscó en el aire, al instante oyó el sonido de unas alas aleteando sobre su cabeza y su nerviosismo se disipó. El cuervo planeaba volando muy bajo, pasó por encima de su cabeza y se lanzó sobre las cuencas sin ojos del hombre.

"Two Raven" Dave Rasel
 El corazón se le aceleró. Después pasó otro cuervo y luego otro, y otro más, hasta que la figura quedó cubierta por un millar de alas negras. Al sentir el ataque el hombre se había quedado quieto. Ya no se defendía, ahora que el peligro era real. Era como si todo estuviese sucediendo a destiempo.
Era difícil saber si era cierto lo que estaba viendo o sólo un reflejo del pasado que se hacía realidad bajo la luz de la luna. Jared comprendió que no importaba, en ese momento sól otenía que seguir sus instintos. Se lanzó sin pensarlo dos veces sobre la figura cubierta de alas negras, intentando apartar los cuervos del cuerpo descompuesto de la víctima. No tenía más armas que su propio cuerpo y el impulso que llevaba derribó la esquelética figura al suelo. Los cuervos se convirtieron de pronto en una nube negra que lo rodeaba por todas partes. Jared se defendió a golpes y mordiscos. Saltó sobre ellos cuando intentaban levantar el vuelo. Se arrastró después, huyendo y escondiendo la cabeza cuando no podía repeler sus ataques. Los alejó de allí apenas unos metros, los suficientes para que el hombre pudiera ponerse de pie y sonreír con su boca desdentada.

Jared oyó un graznido en las alturas. Sobre las ramas retorcidas de un castaño, uno de los guardianes de la entrada contemplaba la escena sin intervenir en ella. Jared miró al cuervo incapaz de hacer nada. Sintió los picotazos en la espalda, pero no podía defenderse ni apartar la mirada de aquellos ojos tan negros que parecían poder tragárselo. Se preguntó si a él también le arrancarían los ojos, como al hombre. Intentó gritar pero de su garganta sólo salió un aullido de terror.

Entonces se apartaron las negras alas y la luz de la luna iluminó el sendero. La figura dle hombre se volviió difusa. ¿Es que no va a ayudarme? -pensó Jared, angustiado-. Yo he intentado ayudarle a él. La desesperación atenazó su alma y al mismo tiempo lo liberó, proque se dio cuenta de que no tenía miedo. ¿Iba a morir? ¿Era eso lo que había necesitado buscar tan desesperadamente esa noche en el jardín? Quizás sería lo mejor.

El cuervo graznó de nuevo y su  compañero en al verja llegó volando junto a él, abandonando la vigilancia. Ahora los dos lo miraban, pero Jared ya no sentía dolor. Se debatió un poco más, sin fuerzas. Volvió a luchar contra aquellos fantasmas mientras sus ojos estaban prendidos en la rama del castaño. De pronto, notó cómo la luna se abría paso a través del camino y sus rayos cubrieron su cabeza con un halo de plata. Los cuervos empezaron a desvanecerse en el aire, haciéndose cada vez más difusos y más débiles. Ya casi no los sentía, como si desde el principio no hubieran sido nada más que aire. Los fantasmas que siempre lo rodeaban.

Jared cerró los ojos. De pronto se sentía cansado, como si tuviera miles de años. Quizás los tuviera, hacía mucho que había dejado de contarlos. Inspiró hondo y los abrió de nuevo. Realmente estaba muy cansado. Se arrastró hasta el cadáver pero no lo tocó. Reconoció al leñador que pasaba todas las tardes junto a la verja del jardín, mirando hacia dentro, deseando entrar. Los cuervos le habían sacado los ojos, siempre lo hacían despés de que él hubiera devorado la carne. Entraban pocos hombres en el jardín y cada vez más a menudo tenía que salir fuera a cazar, cada día un poco más lejos, cada noche arriesgándose un poco más. Todo se estaba descomponiendo a su alrededor, todo moría, menos él.

De los miles de cuervos que habían poblado el jardín ya sólo quedaban aquellos dos, que lo esperaban impacientes todas las noches y guardaban la entrada a cambio de una parte de sus presas. Se preguntó porqué le había parecido que el leñador sonreía mientras lo mataba. Todo se volvía cada vez más confuso. A veces olvidaba quién era, quién había sido, sus dos mitades que sólo se unían las noches de luna llena.

Los cuervos graznaron de nuevo y Jared les ordenó que volvieran a su puesto en la entrada. Se reían de él. Un día no le obedecerían y todos sus temores se harían realidad. Entonces no serían sólo sueños. O quizás algún día entraría alguien a matarle y ellos lo dejarían pasar. Eso le daba miedo, pero también esperanza.

Dejó el cuerpo allí, en el sendero, y avanzó hacia las ruinas de lo que una vez fue su hogar. Ahora pasaba cada vez más tiempo lejos de allí, escondido entre los árboles donde nadie pudiera verlo, mirando el bosque que se extendía tras las rejas, desando marcharse. A veces sacaba una mano fina y blanca a través de los barrotes y los lugareños decían que el fantama estaba pidiendo ayuda. Sólo se atrevía a salir de allí cuando la naturaleza lo poseía, por las noches, cuando no recordaba nada. Sólo una vez al mes, cuando la luna llena apartaba las nubes, sus dos mitadas se unían y recordaba y sabía. Nunca saldría de allí. Si las nubes taparan para siempre la luna y sus dos mitads se separaran completamente, quizás.

Jared levantó una vez más los ojos hasta el astro que volvía de plata la hiedra seca, que ocultaba las estrellas y lo encadenaba a aquel lugar con eslabones de luz. Si no tuviera miedo se marcharía para siempre de allí. Mientras le quedaran recuerdos tendría miedo. Y le dolería.

Fuera, en el pueblo cercano, como todas las noches de luna llena, oyeron a un lobo aullar tras las rejas del jardín.



"Lobo" Franz Marc











martes, 5 de enero de 2010

Las desventuras de una master novata

Hace tiempo William me dijo que comentara las partidas que dirigía, nunca lo he hecho porque la verdad es que siempre han sido un desastre pero últimamente me estoy replanteando muchas cosas y voy a dar inicio a una serie de artículos para contar mis experiencias.

La culpa de que yo empezara a dirigir partidas por foro la tuvo Balthamel, que me hablaba de lo fácil que era dirigir por foro y que yo sería capaz de hacerlo. Ahora, después de cuatro partidas, no tengo tan claro que sea fácil.

Mi primera partida tenía una trama muy compleja, que los jugadores no llegaron ni a ver, los problemas de esa partida fueron sobre todo de jugadores, tenía muy pocos y fueron desertando poco a poco. Los jugadores actuaban a veces de forma extraña, una de las jugadoras era novata y tendía a actuar como si estuviera en una novela, intenté captar su interés pero me fue imposible, notaba como iba perdiendo el interés en cada post hasta que la dejó. Otros lo dejaron por problemas de tiempo. Fue una partida donde me sentía muy inexperta, no conseguía que los encuentros fueran apropiados para los pjs, o los hacía demasiado duros o demasiado flojos, no conseguía meter a los pjs en la trama sino que esta giraba a su alrededor sin que se dieran cuenta de nada. Al final dejé la partida morir sin meter jugadores nuevos, me parecía más sencillo empezar de nuevo.

Para mi segunda partida decidí no inventar nada, sino coger un módulo que encontré en una página de internet. Allí tenía los encuentros ya hechos, una trama bastante directa y me parecía que sería más fácil. La mayoría de los jugadores eran novatos así que tampoco me daba miedo que me salieran mal las cosas porque no se iban a dar mucha cuenta. Esta vez si tenía un grupo de jugadores fiable que no desaparecieron durante el año que duró la partida, aquí me encontré con otro tipo de problemas, el mismo que he tenido en la tercera partida que he dirigido.

Los jugadores no se enteran de nada, pero de nada. Les metes ganchos y no los siguen. Tienen cosas personales que investigar y se olvidan de ellas como si no les importaran. Les dejas caer pistas y las ignoran, sólo se motivan cuando hay un combate y a pesar de eso, aunque yo intentaba que cada combate sirviera para algo e hiciera avanzar algo la trama (consejo de Balthamel) daba igual, porque no se enteraban.

El módulo tampoco era una solución, había partes que se hacían lentas y aburridas para jugarlas por foro, tuve que quitar muchos combates aleatorios que no servían para nada y había partes de la trama que no me gustaba como estaban solucionada y tuve que hacer muchos cambios.

Dejé que la partida muriera por cansancio, por frustración, aunque todavía hoy algún jugador me dice que porqué no la retomamos. Me da cosa por ellos, pero llegó a un punto que no sabía cómo reconducir la trama hacia la original del módulo y aún sigo pensando en cómo hacerlo.

La tercera partida que he dirigido está a punto de terminar. Surgió de casualidad, un master había dejado una partida parada por falta de tiempo y me ofrecí a llevarla mientras volvía, me inventé una aventura corta para los jugadores que quedaban y metí algunos jugadores nuevos. Aquí tuve problemas con los jugadores nuevos, que no funcionaron. Ninguno duró mucho y de los originales también alguno abandonó la partida. He tenido también problemas de trama, que no consigo que los jugadores se interesen por ella. No sé qué es lo que hago mal, al principio era sólo ir a rescatar a unos compañeros secuestrados por unos orcos, después fueron viendo que había allí algo más, pero no les interesaba.

Mi idea era continuar la trama en una partida que ya fuera mía. Como no sabía qué pretendía hacer el master anterior, me fui inventando yo las cosas que me convenían, creía que la trama era interesante, que tendrían curiosidad por conocer qué estaba pasando pero nada. Todas las señales les llevan en una dirección y ellos quieren ir en la dirección contraria.

Lo bueno de esta partida han sido los pnjs, que he aprendido a utilizarlos para empujar a los jugadores en determinados momentos en que se quedaban parados, que he conseguido hacer una trama simple y que ha terminado, aunque tiene continuación y que los encuentros han estado mejor compensados que en las partidas anteriores, señal de que conozco un poco mejor el sistema.

Lo malo pues que he tenido los mismos fallos que en la anterior, no he sabido crear una trama interesante que atraiga a los jugadores, ni he sabido desarrollarla bien para que se sientan implicados en ella y aquí no tengo la escusa de que era un módulo sino que la trama era mía. No creo que sea culpa de ellos, porque he visto a esos jugadores funcionar bien en otras partidas, el hecho de que tantos jugadores dejen la partida también es síntoma de que algo no va bien.

Otro fallo que he tenido con esta partida es empezar la continuación antes de terminar, para ir metiendo a dos jugadores nuevos que deben encontrarse con el grupo original en una ciudad. Es un fallo porque el grupo original ahora no quiere ir a esa ciudad así que me encuentro en un problema, pues tengo a gente esperando en un sitio y siguiendo ya la trama propuesta y al grupo original sin interés por la trama y queriendo ir a otro sitio. Imagino que un master experto sería capaz de resolver el problema, yo me encuentro perdida y sin ideas para solucionarlo. Incapaz de montar otra trama alternativa ¿y si tampoco les gusta? No sé, al final todo el esfuerzo no sirve para nada.



La cuarta partida la acabo de empezar, apenas un mes llevo y ya he tenido tres bajas. Esta vez hice introducciones personalizadas a cada jugador, intentando relacionarlos con otros jugadores. Cuando los jugadores desaparecen, intento relacionarlos con otros aunque a veces quedan muy forzadas las cosas, tampoco el ritmo es el que quiero, he intentado ir a un turno semanal pero no todos los jugadores responden, con algunos sí tengo esperanzas, se les ve interesados aunque todavía no han visto la trama, espero no desilusionarles cuando la vean.

Visto mi curriculum, he estado pensando en cerrar esta partida aunque acabo de empezarla. Dejarla antes de que las cosas vayan mal y me deprima como con las demás. No lo haré, seguiré intentándolo mientras tenga jugadores, ya he aprendido muchas cosas que no debo hacer. Lo malo es que fórmulas para hacer cosas que funcionen no he encontrado todavía.