sábado, 9 de mayo de 2009

Crónicas desde las tierras del dragón: Preludio.



Carta de Dhariil Rashas a su hermana Dharashana


Querida Hermana:


No va a ser esta una carta llena de trivialidades para que sepas como estamos. Hoy más que nunca echo de menos que estés a mi lado y me ayudes a entender todo lo que me ha pasado. No estoy en casa, sino de camino hacia un lugar desconocido que puede que sólo exista en las leyendas. Pero creo en él, sí, creo. Quiero creer que todo lo que me ha pasado nos trae una esperanza.

Viajo con desconocidos, nos hemos sentado a descansar después de muchas horas cabalgando. Lucan, el humano, ha hecho una hoguera. Ineluki es enana y viajo también con otro compatriota elfo, un kalanesti que aprecia las virtudes de la civilización y ha estado estudiando magia con nuestros hermanos silvanestis. Hemos hablado un rato y después he sacado el pergamino para escribirte. No debería haberlo hecho, debería primero pensar y poner en orden mis ideas, pero siento la necesidad de contártelo todo. Y no sé cómo empezar.

Nuestro padre ya expuso su gran ambición ante la Asamblea, crear una única ciudad elfa, donde los distintos pueblos podremos vivir en armonía, paz y, con el tiempo, volver a ser un único pueblo. Es una idea hermosa, aunque parece tan difícil de lograr. Demasiadas cosas nos separan y el proceso será largo y difícil, pero no por eso debemos dejar de intentarlo. Ya hemos renunciado a muchas cosas, a nuestra patria. Si el exilio permite que los elfos seamos de nuevo un único pueblo algo bueno habrá salido de nuestra desgracia.

Se trataron otros asuntos en la Asamblea, de proteger nuestras fronteras y mandar ayuda a los solámnicos, pero no es de eso de lo que quiero hablarte. Ineluki y yo fuimos enviados al pueblo kalanesti para contarles que habíamos decidido crear una gran capital elfa en Ergoth. No hay representantes kalanestis en la Asamblea, nuestro padre dice que no entenderían nada y pude comprobar que es cierto. Les costó entender la propuesta y no se mostraron muy contentos con ella. En realidad la mayoría lo tomaron muy mal y querían marcharse a pesar de nuestros esfuerzos por convencerles. Al final el consejo de sabios kalanesti decidió que fuéramos a preguntar a Sauce de Invierno, un druida muy anciano y muy respetado entre los kalanestis. No me importó ir, nosotros íbamos a explicarle las cosas mejor que los reacios kalanestis.

Bosque de Pedro González
Adentrarse en los bosques de Ergoth es como entrar en otro mundo. La naturaleza es arisca, salvaje y los kalanestis no sienten la necesidad de domarla y volverla agradable. ¿Puede un elfo sentirse fuera de lugar dentro del bosque? Así me sentía yo y seguramente tú te sentirías igual a pesar de estar acostumbrada a perderte durante días en el bosque de Qualinesti. Nos acompañaba un joven kalanesti llamado Curil-kal, que nos explicó que no había un camino para llegar hasta Sauce, sino que era el anciano elfo el que debía encontrarnos a nosotros.

La primera sorpresa en el bosque nos la llevamos al descubrir a un draconiano. Luchaba contra con un lobo blanco y nos aprestamos a ayudarle. Yo me quedé atrás, disparando flechas que me recordaban que tú eres la arquera de la familia, pues no dio ni una en el blanco. Mis compañeros en cambio tuvieron mejor suerte y consiguieron acabar con él. Nos preguntamos qué haría aquel draconiano solo en el bosque pero no tuvimos tiempo de pensar más. El lobo nos miraba como si quisiera que lo siguiéramos.

White Wolf de Indigo Ocean

No lo dudamos mucho y fuimos tras él. Curil-kal estaba seguro de que nos llevaría ante Sauce y tampoco teníamos otra forma de encontrarle. Nos internamos más en el bosque, cada vez era más complicado avanzar, parecía como si las plantas quisieran impedirnos el paso. En un momento incluso intentaron apresarnos como si fueran tentáculos, pero conseguimos escapar de ellas. Yo esperaba encontrar ya a Sauce de Invierno, pero todavía nos acechaban peligros.

Aquella fue una de las cosas más extrañas que he visto nunca. Unas extrañas criaturas llamadas "Gorros Rojos" que parecieron surgir de la nada y atacarnos. Me defendí con el estoque, ante el asombro de mi compañera enana, que no esperaba que las armas élficas sirvieran para algo. Le expliqué que las armas élficas son suaves, ligeras y certeras pero a pesar de eso no tiene mucha confianza en ellas. Ya sabes como son los enanos, si no sienten el peso del arma en sus manos les parece que sostienen aire.

Luchamos hasta librarnos de la criatura y lo sorprendente fue que, cuando conseguimos acabar con ella, su cuerpo desapareció y sólo quedó un diente en el suelo. Me acerqué al diente con curiosidad, extrañado por todo aquello, pero no llegué a tocarlo pues al momento nos vimos rodeados por un grupo de esas criaturas con las mismas malas intenciones que la primera. Hermana, puede que te parezca extraño lo que voy a contar, y aun así me debato entre si fue real o no, pero veo la sagrada llave esmeralda y me convenzo de que sí es real y que hay esperanza, una parte de mi mente me dice que no me deje llevar por mis deseos pero quizás sea bueno por una vez dejarse llevar. Al menos quiero intentarlo.

El despliegue de poder que se desató de pronto fue enorme y los Gorros Rojos desaparecieron. ya no me preocupé de recoger ninguno de los dientes que quedaron desperdigados por el suelo y se quedaron allí. Nosotros, apremiados por la llamada del lobo y el convencimiento de que Sauce estaba estaba cerca y nos esperaba, seguimos adelante. El bosque parecía volverse más amable cuando nos acercábamos a él, como si le rindiera pleitesía a ese anciano elfo que nos esperaba y que parecía saberlo todo de nosotros.

Nunca he visto a nadie tan anciano, pensar que él vivió una época en la que la Reina Oscura no dominaba el mundo, que conoció a los dioses del Bien antes de que se convirtieran en leyenda. Me hubiera gustado quedarme con él y simplemente sentarme a su lado y oírlo hablar.

Me disperso, han sido tantas las cosas que he vivido en estos últimos días que no parece suficiente una carta para contártelas todas. Ya llego al final y es tan importante que no sé cómo contarlo con el respeto y la devoción que se merece Sauce.
Nos recibió bien, como si nos llevara esperando mucho tiempo. Sentí un enorme respeto por él y lo saludé con educación, explicándole los motivos que nos habían llevado a buscarle. Nos respondió mediante acertijos, habló de un libertador para los kalanestis. No entendí eso, no necesitan liberarse de nosotros, somos sus hermanos y aprenderán nuestras costumbres y formaran parte de nuestro pueblo. Intenté explicarle que no somos un peligro para ellos pero reconozco que a veces yo mismo dudo, nuestra cultura es muy superior a la suya y debemos ayudarlos a cambiar. Es lo mejor para ellos, aunque a veces me pregunto si realmente debemos ayudarlos. Ellos son felices. ¿no sería mejor dejarlos elegir su propio camino? Claro que si no les enseñamos las alternativas, no pueden elegir si no las conocen. Estoy muy confuso.

Sauce me preguntó entonces si creía en los dioses del Bien. ¡Oh, hermana! Ojalá hubieras estado aquí conmigo! Sauce sabía que he estudiado mucho al respecto, que he leído muchos libros antiguos. ¿Y creo? No podía decir que sí, no tengo ninguna prueba. Mi corazón quiere creer, lo desea más que nada, pero no tengo ninguna certeza. ¿Cómo puedo afirmar que existen? Mostrar una seguridad que no poseo. Así me mostré ante Sauce, ingenuo y torpe. Quería decirle que sí, pero no fui capaz. El anciano me miró entonces con comprensión, y me entregó la llave esmeralda, un objeto sagrado de los dioses del Bien. Ese objeto es la esperanza, me dijo que estoy cerca de los dioses y desde entonces estoy preguntándome si realmente soy capa de alcanzarlos. No tengo aún la fe que sentía Sauce, sé que soy débil e inseguro todavía, pero estoy en el camino para encontrarlos y los encontraré. Ahora es como si los dioses me estuvieran mirando.

Tenemos que viajar hacia un lugar para usar la llave. No me asustan los peligros ahora, he sido elegido para esta misión y voy a cumplirla. No decepcionaré a Sauce ni a los dioses. Sólo me arrepiento de no haberme quedado a ayudarle, seguí sus órdenes y me alejé de allí, con la llave y la esperanza. Quizás el tenía razón y no podíamos salvar su vida de los draconianos que lo buscaban, lo importante era poner a salvo la reliquia... pero dudo, dudo.

Las decisiones que tomo no siempre han sido correctas y me dejo llevar por los que son más sabios que yo. Sauce lo era y me ordenó seguir adelante, depositó la llama de los dioses en mí y yo pretendo ser su sucesor. Y, a pesar de todo, dudo.

Mañana cruzaremos el portal que nos llevará al otro lado de la tormenta de arena y comenzará esta aventura. No he pasado por casa antes de emprender el viaje, no le he contado nada de todo esto a nuestro padre. Ya lo conoces. Transformaría una cuestión de fe en un asunto político y no quiero, no es lo que Sauce habría querido. Me eligió a mí y no a él. Espero no tener que arrepentirme de mi decisión. Ojalá pudiera conocer tu respuesta antes de dar el próximo paso, pero no puedo esperar. Ni siquiera estoy seguro de poder mandarte esta carta, ni de si te llegará. Ojalá estuvieras aquí y pudieras compartir esto conmigo, sé que tú también estás luchando y que tu lucha es importante. Yo voy a empezar a hacerlo ahora. Espero estar a la altura.

Me despido, mis compañeros están inquietos, pronto amanecerá. Espero poder enviarte pronto esta carta.

Tu hermano

Dhariil.

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