Hace ya un mes que lo leí, pero presté el libro y hasta ahora no me lo han devuelto. Tiene relatos muy buenos, me ha sorprendido porque esperaba que al ser un tema tan concreto como las tijeras hubiera menos variedad pero, aunque alguna idea se repite, en general todos los relatos son muy distintos y juegan con la idea de las tijeras como elemento siniestro de formas muy distintas.
Como dice Juan de Dios Garduño en su inquietante prólogo: ¿Quién de vosotros, conscientemente, se acostaría una noche cualquiera con unas tijeras apuntándole directamente a la cara y dormiría tranquilo?
Nunca había creído que unas tijeras pudieran dar tanto de sí. Y ahora paso a comentar uno a uno los distintos relatos de la antología:
La senda infinita por Jose Mª Tamparillas: Un director de cine que fuma su últimos cigarros mientras el pasado lo corroe tanto como la enfermedad. El gran acierto del relato es el contraste entre el interlocutor, Cavero, real, vivo, mientras el protagonista se ahoga en su pasado. Y es que a veces el miedo lo llevamos con nosotros.
Los fantasmas no mueren.
Nunca.
Sobre todo si uno mismo es quien los ha levanado de la tumba, del mundo siniestro donde se mantenian a buen recaudo.
Las tijeras de Atropos, por Ramón San Miguel Coca. Las fábulas mitológicas no son reales. ¿O sí lo son? La protagonista de esta historia tiene en sus manos las tijeras de la Parca, duda si quedarse con ellas o no. ¿Y si las usa?
Coleccionar esas reliquias relacionadas con la muerte había sido su vida...
El rebelde por Angel Luis Suscasas Fernández. Lo que empieza siendo una inquietante historia policiaca puede transormarse en otra cosa; para mi gusto, el ambiente policiaco es mejor, más intrigante y real, no necesitaba el cambio del final.
Pero bueno, el tabaco calmaba todos los males, ¿no era así? Si. Sí lo era.
La maldición del clérigo por Andrés Diaz Hidalgo. Una historia familiar, porque el terror se esconde a veces en la propia casa, en lo que no nos cuentan y tenemos que averiguar por nosotros mismos, lo que nos señala por ser hijo de alguien sin que sepamos por qué, ni cómo librarnos de ello.
Siempre he sido supersticiosa. Es normal serlo cuando te das cuenta de que vives porque alguien decide no matarte, nada más.
Las tijeras del censor por Roberto Malo. Un fin de semana en un lugar pintoresco. Unos jóvenes que sienten que están viviendo dentro de una película. ¿Y si es asi realmente? ¿Y si hay alguien que decide qué es lo que se puede hacer o decir?
—¿Seguro que no vienes?
—Tranquilo —sonrió ella—. Sobreviviré.
Pero se equivocaba.
El tapiz por Carmen del Pino. Mi historia, sobre una dama victoriana y unas tijeras de bordar.
Enhebró la aguja y sus dedos comenzaron a pasar el hilo por la tela en pequeñas puntadas.
Medianoche por Juan Angel Laguna Endroso. Un ambiente de locura y ensueño que nos traslada al mundo de los fantasmas, de lo misterioso y lo desconocido, donde las cosas no parecen ser reales, sólo imágenes de pesadilla.Y los que tienen miedo son los fantasmas.
Y marca la hora, la medianoche, segando una vida.
El sastrecillo y el hombre cangrejo por Alejandro J. Muñoz. Un relato cruel, demasiado cruel. Unos personajes que se hacen repulsivos y que al mismo tiempo dan lástima. Y de fondo las guerras napoleónicas, el relato nos traslada a ese tiempo y ese lugar, a la mente de los protagonistas. A su crueldad.
Eugene era enclenque, cobarde y no muy inteligente, pero sus largos dedos tenían el pulso de un relojero, la decisión de un cirujano y la destreza de un sastre.
La rueda gira por Sergio Macías García. La vida de una Parca trasladada hasta la actualidad, no tiene que ser una vida distinta a la de los demás, sólo es más solitaria y más triste.
Los hilos siguen girando y girando y los segundos pasan, los minutos pasan y las horas pasan. Nuevos hilos se unen a los ya existentes y otros son cortados de manera inmisericorde, ya que así es como debe ser.
Recortables por Gema del Prado. Para mi gusto, el mejor de todos los relatos de la antología, ambientado en un orfanato, los niños son los protagonistas, su imaginacion les lleva a hacer reales todas sus fantasias. A recortarlas como los muñecos de papel, a pintarlas sobre la pared.
¿Quién quiere unos cuantos papeles pintados cuando con sólo abrir sus tijeras un nuevo mundo de posibilidades se despliega ante ella?
Tom, Armand el titiritero y las tijeras de plata por Ricardo Montesinos La angustia del creador es ver cómo su creación puede apoderarse de él. ¿Quién mueve realmente los hilos de la marioneta? ¿Quién es, realmente la marioneta?
Salió de la habitación y empezó a recorrer el ático donde vivo sin dejar de curiosear. Yo le seguía, moviendo las perchas y los hilos, para llevarle adonde él quisiera ir.
Láquesis 2.0 por Jose Mª Carcelén Mazcuñán. Las parcas se modernizan, ya no necesitan antiguos husos y ruecas, ahora un complejo programa informático controla la vida y la muerte, los cables de lana hechos de vida. Y el sorprendido protagonista se encuentra con ello. ¿Pero qué vida va a segar?
—Vas a experimentarlo por tí mismo: elige un hilo, siega una vida con las tijeras de parca.
El esquilo por Carlos Martínez Córdoba.Una historia que nos lleva a la infancia, a los temores que teniamos siendo niños, a la figura de ese abuelo que podía solucionarlo todo.
Después le miré la mano, la mano vendada, que se extendia hacia mí como si me hiciera una ofrenda.
Unas tijeras grandes, viejas y oxidadas.
Gracias por el comentario a La senda infinita. Es acertado. Me alegra ver que eso se transmite.
ResponderEliminarJM