Habitualmente, cuando escribo algo es porque me apetece hacerlo, a veces escribo relatos expresamente para concursos, o con algún tema determinado, pero siempre es porque me apetece. A veces salen bien y otras veces no tanto, a veces llego a enviarlos y otras veces no, pero siempre me pongo a escribirlos con entusiasmo.
Sin embargo, me ha pasado ya dos veces que me he puesto a escribir sin ganas, por compromiso.
La primera vez fue el año pasado, un amigo tenía mucha ilusión con un proyecto y yo quería ayudarle. Al principio dudaba mucho, le daba largas, después veía que la gente con la que contaba no participaba, se echaban atrás, yo no quería dejarle colgado también y me propuse escribir algo. Me costó mucho ese relato, se salía de lo que hago habitualmente, por género, por extensión, y lo escribí más por no decepcionarle que porque realmente me apeteciera. El resultado final me gustó, a mi amigo no tanto (¡qué le vamos a hacer! yo hice lo que pude), no llegué a entusiasmarme con ese relato pero no fue mala la experiencia.
Y este año me ha vuelto a pasar y por el mismo motivo: no dejar a la gente colgada.
Me apunté al proyecto (Per)versiones el año pasado, para su tercera antología. Aquello no me lo pensé, el tema era (Per)versionar un clásico metiendo a un monstruo. La oportunidad de poder hacer algo con "Los tres mosqueteros", un libro que adoro, no me la podía perder. Si no hubiera estado disponible ese libro quizás no hubiera participado, empecé a escribir el relato incluso antes de que se cerrara la convocatoria, incluso llegué a escribir un segundo relato, que luego fue publicado en la antología: Clásicos y zombis.
Para la cuarta antología de (Per)versiones en cambio me apunté por apuntarme, no tenía un tema pensado como había pasado con la antología anterior, quedaba mucho tiempo así que decidí que ya lo pensaría más adelante. Me metí en otros proyectos, no pensé nada. Lo cierto es que ningún tema me llamaba la atención, no me apetecía escribir.
Pensé en no participar, pero pasé por el foro y vi que mucha gente estaba dejando el proyecto. Me dio cosa y pensé que todavía tenía tiempo de hacer algo. No tenía que ser muy largo, tenía tiempo, podía intentarlo, hacer algo por cumplir... No tenía tema y entonces, un día, hablando con Erein, me sugirió uno.
Cogí ese tema sin tener ni idea de qué iba, el tema me era indiferente, sólo quería quitarme el relato de encima. Me apunté con él y empecé a investigar. Encontré mucha información. Tuve una idea. La esbocé y seguí buscando información. Retardaba el momento de ponerme a escribir porque la verdad es que no tenía ganas.
Y un día empecé a escribir. Y de pronto todo cambió. Los datos, muchos datos, se adaptaban al relato sin ningún problema, los personajes eran históricos, pero los veía en mi cabeza como si fueran míos. Escribí el primer borrador de un tirón, sin parar. No podía parar de tan metida como estaba en la historia. A cada letra que escribía el nivel de motivación aumentaba, de forma increible. Luego llegaron las reescrituras, cuatro he hecho, hasta que lo he dado por terminado, intentando encajar mejor los datos, puliendo la prosa. Deseando mostrar mucho más, pero ya me pasaba en 1200 palabras del máximo permitido. Pocas veces he terminado un relato sintiendome tan satisfecha de lo que he hecho. No sé si estará bien o mal, eso mis correctores me lo dirán y en realidad es lo de menos. Siento que he escrito un buen relato, no tengo dudas, me siento satisfecha, plena, como me pasa muy pocas veces al terminar algo. Y me da pena dejarlo, me gustaría seguir escribiendo, en este momento no dejo de pensar en detalles que podría ampliar, en personajes que apenas menciono que merecería la pena desarrollarlos. No me suele pasar eso cuando escribo, todo suele estar medido, cerrado, completo, digo lo que quiero decir y me olvido de esa historia para pasar a otra, con este no ha sido así, sigo metida en la historia, dándole vueltas, con un enorme subidón y muy motivada.
Y no tenía ganas de ponerme a escribir, si es que las cosas surgen cuando menos te lo esperas.
Me he enamorado de un barco. :D
Gustave Doré: I looked upon the rotting sea
Las musas suelen ser muy veleidosas y caprichosas. Que bueno que esta vez te ha sonreido la fortuna
ResponderEliminarUno nunca sabe dónde va a encontrar algo que le motive. A veces empiezo un relato con mucho ímpetu, con las cosas claras; sé por dónde debe ir y cómo debe hacerlo, y sin embargo acaba relegado, algo no me convence, quizá la situación, quizá el modo, una vez leído no me parece tan conseguido como a priori parecía en la nebulosa de la mente, que le da a todo un toque más romántico, más ilusionado. Otras veces, historias (o puntos concretos de la misma) por los que no habría dado dos duros, me acaban conquistando, llevándome a una vorágine en la que no sé exactamente qué quiero decir, pero las palabras salen y me gustan. Luego exigirá retoques, probablemente, pero el momento arrasador ya me ha llegado.
ResponderEliminarDe todos modos, es absolutamente normal que ponerse a escribir algo que en principio no tienta... no tiente. Pero nunca se pierde nada por darle una posibilidad, nunca se sabe dónde estará el próximo personaje que nos conquiste, o el escenario que nos encandile. Eso siempre, siempre es un absoluto misterio.
La verdad es que cuando te lo he leído, me he alegrado mucho de no haber podido pillar yo el tema XD.
ResponderEliminar(que al principio se lo agenció Malenko, luego otro chico y luego ya quedó libre, los dos, por falta de ideas).
Yo te diría que desarrollases lo que tengas que desarrollar, viento en popa a toda vela
Sí que son veleidosas las musas, Will, nunca sabemos donde se esconden. :D
ResponderEliminarIztia, es cierto que muchas veces las ideas se ven mejor en la cabeza y cuando las escribes ya no parecen tan buenas, eso me ha pasado a mí también, últimamente me pasa demasiadas veces, quizás por eso he quedado tan contenta de este relato, es una sensación que hacía tiempo no tenía, y todo gracias a Erein.
Erein, si es que esto lo tenía que escribir yo ¿no lo ves? el tema ha ido dando tumbos hasta que lo he cogido, estabamos destinados. :D
Escribir sin ganas...¿de que me suena esto? Lo digo porque llevo casi un lustro escribiendo sin ganas. Ni las más mínimas. Mi razón es obvia, me pagan por que escriba artículos de divulgación; por lo que mi poco tiempo libre para escribir queda sacrificado en el altar de las letras del coche. Que más quisiera yo que poder volver a escribir narrativa; pero me temo que aun habrá que esperar.
ResponderEliminarPor eso mismo puedo hablar con una cierta autoridad al respecto de esta entrada de tu bitácora. Escribir por obligación, ya sea contractual o de carácter moral, resulta siempre mucho más aburrido que cuando lo hacemos por placer. Sin embargo en más de una ocasión descubrimos que ese trabajo que hemos hecho en "galeras" tiene unos parámetros de calidad que nos satisfacen sobremanera. Posiblemente porque es solo en ese momento cuando estamos ejerciendo realmente el oficio de escritores. Y saberlo genera un enorme orgullo. Así que mi más sincera enhorabuena por este descubrimiento que has hecho. Ya puedes decir que eres una escritora profesional (la vocación y el talento los tienes demostrados desde hace mucho tiempo).
Pues neni, si tienes ganas de seguir escribiendo, de ampliar ese mundo, de desarrollar todavía mas los personajes y su historia, yo te diría que fueses egoísta y retirases el relato de una antología que te obliga a constreñir una historia que pide mucho más espacio para desarrollarse. Que tampoco pasa nada por pensar un poco en ti de vez en cuando :)
ResponderEliminar!!!Gracias por pasaros!!! Ains, la que no se pasa soy yo :p
ResponderEliminarMilord Ciaran, no lo habia visto desde ese punto de vista, no me siento una escritora profesional, pero si estoy en el camino bueno es :D
Manchi, sí que la historia necesita más espacio, en los comentarios que me están haciendo los compañeros lo estoy viendo, no he pensado en retirar el relato, más bien hacer como Ana con su Musa, dejar el relato tal cual y hacer una "versión larga" con algunos cambios. Ya os contaré como queda. :D