domingo, 17 de enero de 2010

[Relato]Noche de Luna

Los dos cuervos de alas azuladas continuaban posados sobre la reja que rodeaba el jardín. Lo miraban fijamente, como si le estuvieran diciendo que aquel no era su lugar, que no debería estar allí. Jared tragó saliva. Nunca se había alejado tanto solo de noche y se sentía culpable por ello. Su casa parecía tan lejana alli, en el lindero del bosque. Pero ya era mayor. No debía tener miedo. Sólo eran dos pájaros negros y no podían hacerle daño.


Friedrich
Avanzó despacio. Cada paso que daba le costaba más trabajo que el anterior. Su cuerpo estaba cambiando poco a poco y no podía hacer nada por evitarlo. Había crecido mucho en el último año. Ya tenía una sombra de vello en sus mejillas y sentía que sus brazos se iban haciendo más duros y más fuertes. Los zapatos hacía tiempo que le apretaban y se quedaban siempre olvidados en casa. Corría mejor sin ellos. Tenía que decidirse ya. Dio un paso más. Dejó atrás el bosque y avanzó hacia la reja. Se sentía de pronto desprotegido, como si aquellos altos árboles pudieran defenderlo de la mirada fría de los cuervos.

Levantó la cabeza y les sostuvo la mirada. No dejaría que vieran que tenía miedo. Avanzó un poco más. Primero despacio, después tomó carrerilla y de un salto dejó la reja atrás. Ya estaba dentro. No había sido tan difícil. Jared se dio la vuelta y miró a los pájaros, desafiante, desde el interior del jardín. Los cuervos no le hicieron ningún caso y continuaron vigilando el bosque. Jared esperó, hasta que uno de ellos se volvió de pronto, sus ojos tan punzantes como saetas afiladas, pero no se abalanzó sobre él.

Jared levantó la cabeza. Se sentía seguro, poderoso, lleno de energía; sentía que si se hubieran enfrentado hubiera podido acabar con el cuervo allí mismo. No estés tan seguro, parecían decirle los ojos negros del pájaro, pero continuó sin moverse. Jared se dio la vuelta, dispuesto a continuar.

Dentro del jardín también había árboles, pero no eran tan altos y recios como los del bosque. En el jardín estaban muy separados y sus ramas se alargaban hasta el infinito intentando tocarse. El viejo sendero estaba recubierto de malas hierbas y apenas se distinguían los restos de grava. Alguna flor solitaria sobrevivía entre los arbustos, un recuerdo de lo que ahbía sido ese lugar antes de que los estragos del tiempo y el abandono lo hubieran convertido en un sitio fantasmagórico. La hiedra se enroscaba por todas partes, mustia y seca, como si hubiera robado toda la vida del jardín y ya no le quedara nada, excepto consumirse.

Jared avanzaba mirando hacia todos los rincones, buscando en las sombras la causa de su miedo. Algunos decían que en el jardín flotaban los fantasmas, otros que los aparecidos paseaban entre las ruinas del viejo castillo. Todos tenían prohibida la entrada en el jardín y sólo unos pocos se atrevían a traspasar la verja. Ninguno había vuelto para contar exactamente qué pasaba en él.

A su alrededor oía el graznido de los cuervos y el ulular de una lechuza lejana. No sabía porqué pero había dejado de tener miedo. Su futuro estaba delante de él, en cada paso que daba sobre el sendero de grava. Sólo tenía que seguir caminando un poco más.

Se detuvo. La presencia tomaba forma delante de él, envuelta en rayos de luna. Se había materializado de pronto y Jared tardó un segundo en reconocer qué era. Unas cuencas vacía miraban al horizonte, como si pudieran ver a través de él. Las carnes magras apenas parecían sostenerse alrededor de los huesos. Estaba sucio y la ropa le colgaba en jirones. Jared se fijó en las manchas de sangre que estaban tan secas que ahora eran de color parduzco.

Jared dejó de respirar, se quedó quieto, sin hacer ningún movimiento, preguntándose si aquel hombre era un fantasma y si le habría visto, pero la figura no hacía ningún movimiento. De pronto extendió la mano y abrió la boca, intentando gritar, sacudiéndose de encima un enemigo invisible que lo atormentaba.

Déjame ayudarte, quiso gritar Jared, Déjame ayudarte. Dime... Pero de su garganta sólo salió un sonido ronco y sintió un dolor terrible, como si le hubieran arrancado la voz de cuajo. Intentó toser, sacudirse aquella presión que le atenazaba la garganta. Por alguna razón no le daba miedo, aunque sólo con que aquel hombre avanzara unos débiles pasos ya estaría encima de él.

El hombre dio un paso adelante, con la boca abierta en aquel grito mudo que Jared no podía oír. se preguntó si se habría quedado sordo. Dejó de mirar la figura y buscó en el aire, al instante oyó el sonido de unas alas aleteando sobre su cabeza y su nerviosismo se disipó. El cuervo planeaba volando muy bajo, pasó por encima de su cabeza y se lanzó sobre las cuencas sin ojos del hombre.

"Two Raven" Dave Rasel
 El corazón se le aceleró. Después pasó otro cuervo y luego otro, y otro más, hasta que la figura quedó cubierta por un millar de alas negras. Al sentir el ataque el hombre se había quedado quieto. Ya no se defendía, ahora que el peligro era real. Era como si todo estuviese sucediendo a destiempo.
Era difícil saber si era cierto lo que estaba viendo o sólo un reflejo del pasado que se hacía realidad bajo la luz de la luna. Jared comprendió que no importaba, en ese momento sól otenía que seguir sus instintos. Se lanzó sin pensarlo dos veces sobre la figura cubierta de alas negras, intentando apartar los cuervos del cuerpo descompuesto de la víctima. No tenía más armas que su propio cuerpo y el impulso que llevaba derribó la esquelética figura al suelo. Los cuervos se convirtieron de pronto en una nube negra que lo rodeaba por todas partes. Jared se defendió a golpes y mordiscos. Saltó sobre ellos cuando intentaban levantar el vuelo. Se arrastró después, huyendo y escondiendo la cabeza cuando no podía repeler sus ataques. Los alejó de allí apenas unos metros, los suficientes para que el hombre pudiera ponerse de pie y sonreír con su boca desdentada.

Jared oyó un graznido en las alturas. Sobre las ramas retorcidas de un castaño, uno de los guardianes de la entrada contemplaba la escena sin intervenir en ella. Jared miró al cuervo incapaz de hacer nada. Sintió los picotazos en la espalda, pero no podía defenderse ni apartar la mirada de aquellos ojos tan negros que parecían poder tragárselo. Se preguntó si a él también le arrancarían los ojos, como al hombre. Intentó gritar pero de su garganta sólo salió un aullido de terror.

Entonces se apartaron las negras alas y la luz de la luna iluminó el sendero. La figura dle hombre se volviió difusa. ¿Es que no va a ayudarme? -pensó Jared, angustiado-. Yo he intentado ayudarle a él. La desesperación atenazó su alma y al mismo tiempo lo liberó, proque se dio cuenta de que no tenía miedo. ¿Iba a morir? ¿Era eso lo que había necesitado buscar tan desesperadamente esa noche en el jardín? Quizás sería lo mejor.

El cuervo graznó de nuevo y su  compañero en al verja llegó volando junto a él, abandonando la vigilancia. Ahora los dos lo miraban, pero Jared ya no sentía dolor. Se debatió un poco más, sin fuerzas. Volvió a luchar contra aquellos fantasmas mientras sus ojos estaban prendidos en la rama del castaño. De pronto, notó cómo la luna se abría paso a través del camino y sus rayos cubrieron su cabeza con un halo de plata. Los cuervos empezaron a desvanecerse en el aire, haciéndose cada vez más difusos y más débiles. Ya casi no los sentía, como si desde el principio no hubieran sido nada más que aire. Los fantasmas que siempre lo rodeaban.

Jared cerró los ojos. De pronto se sentía cansado, como si tuviera miles de años. Quizás los tuviera, hacía mucho que había dejado de contarlos. Inspiró hondo y los abrió de nuevo. Realmente estaba muy cansado. Se arrastró hasta el cadáver pero no lo tocó. Reconoció al leñador que pasaba todas las tardes junto a la verja del jardín, mirando hacia dentro, deseando entrar. Los cuervos le habían sacado los ojos, siempre lo hacían despés de que él hubiera devorado la carne. Entraban pocos hombres en el jardín y cada vez más a menudo tenía que salir fuera a cazar, cada día un poco más lejos, cada noche arriesgándose un poco más. Todo se estaba descomponiendo a su alrededor, todo moría, menos él.

De los miles de cuervos que habían poblado el jardín ya sólo quedaban aquellos dos, que lo esperaban impacientes todas las noches y guardaban la entrada a cambio de una parte de sus presas. Se preguntó porqué le había parecido que el leñador sonreía mientras lo mataba. Todo se volvía cada vez más confuso. A veces olvidaba quién era, quién había sido, sus dos mitades que sólo se unían las noches de luna llena.

Los cuervos graznaron de nuevo y Jared les ordenó que volvieran a su puesto en la entrada. Se reían de él. Un día no le obedecerían y todos sus temores se harían realidad. Entonces no serían sólo sueños. O quizás algún día entraría alguien a matarle y ellos lo dejarían pasar. Eso le daba miedo, pero también esperanza.

Dejó el cuerpo allí, en el sendero, y avanzó hacia las ruinas de lo que una vez fue su hogar. Ahora pasaba cada vez más tiempo lejos de allí, escondido entre los árboles donde nadie pudiera verlo, mirando el bosque que se extendía tras las rejas, desando marcharse. A veces sacaba una mano fina y blanca a través de los barrotes y los lugareños decían que el fantama estaba pidiendo ayuda. Sólo se atrevía a salir de allí cuando la naturaleza lo poseía, por las noches, cuando no recordaba nada. Sólo una vez al mes, cuando la luna llena apartaba las nubes, sus dos mitadas se unían y recordaba y sabía. Nunca saldría de allí. Si las nubes taparan para siempre la luna y sus dos mitads se separaran completamente, quizás.

Jared levantó una vez más los ojos hasta el astro que volvía de plata la hiedra seca, que ocultaba las estrellas y lo encadenaba a aquel lugar con eslabones de luz. Si no tuviera miedo se marcharía para siempre de allí. Mientras le quedaran recuerdos tendría miedo. Y le dolería.

Fuera, en el pueblo cercano, como todas las noches de luna llena, oyeron a un lobo aullar tras las rejas del jardín.



"Lobo" Franz Marc











4 comentarios:

  1. Muy chulo.
    Lo malo es que a mitad del relato ya intuía el final porque hace poco ví este corto, que espero que te guste si no has visto aún.

    En cualquier caso, me ha gustado.Enhorabuena

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  2. ¡Ostras! ¡Qué bueno! No lo había visto, gracias por el enlace :D

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  3. Me confundio un tanto, pero me ha gustado el relato. Se supone que los vampiros y los hombre lobos no te gustan ¿Qué paso?

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  4. Pues que a veces gusta experimentar y abrirse a nuevos campos, probar cosas a ver qué tal. No todo van a ser dragones ;)

    Gracias por el comentario.

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