A veces te preguntan de donde salen las cosas, cómo surgen las ideas, lo cierto es que no ocurre igual en todos los relatos, pero este puede valer como un ejemplo. El proceso de creación de Setas , el relato que escribí para el Reto X, fue bastante largo y complicado, aquí podéis ver la de vueltas que le di a un relato que realmente es bastante sencillo.
Cuando vi las normas del Reto X no me parecieron muy complicadas, sólo había que incluir en el relato los temas de la lujuría, la gula y la pereza; parecía mucho más fácil que los finales múltiples del reto IX. Teníamos tres meses de plazo para escribir el relato, parecía tiempo suficiente, pero al final las cosas no resultaron ser tan sencillas.
Me resultó muy dificil meter los tres temas dentro del relato, en cada idea que tenía siempre había uno que se me escapaba y no había forma de meterlo o, si lo conseguía, se veía muy forzado. Al principio pensé en relacionar la lujuria con la gula, parecía más sencillo, pero en cuanto intentaba meter la pereza dentro de la historia ya nada cuadraba. Me apetecía escribir algo de fantasía y eso intenté, planteé varias historias que no llegué a desarrollar pero que menciono porque en una de ellas estaba el germen de lo que luego fue Quinto. Iba a ser una historia de un grupo de ladrones que entraban a robar en un palacio donde se estaba desarrollando un banquete y la gula iba a estar personificada por un joven adolescente tranquilo e inocente que no se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor.
Todas las historias que planteé dentro de la fantasía chocaban siempre contra la pereza. Los personajes eran decididos, hacían cosas, actuaban, no me cuadraba meter un personaje perezoso dentro de ninguna de las historias que se me ocurrían. Le di vueltas durante dos meses, empezando historias que se quedaban a la mitad, pensé en retirarme del Reto y no participar y entonces, un día, decidí hacer un último intento antes de rendirme. Dejé de lado todos los intentos que había hecho y decidí darle la vuelta y empezar de cero.
El problema con el que chocaba una y otra vez era la pereza, así que decidí partir de ahí, la protagonista tenía que ser perezoza y la pereza le impediría hacer nada. Se me ocurrió una historia muy aburrida, que llegué a escribir, sobre una chica tumbada en el salón viendo la tele, que pensaba en ir a una fiesta donde viviría momentos golosos y lujuriosos pero no llegaba a levantarse del sillón. Esa historia tenía los tres temas metidos y más o menos no se veía ninguno forzado pero era ¡tan aburrida! No llegué a desecharla, la dejé a un lado por si no se me ocurría otra cosa. No era una buena historia pero al menos era algo, podría participar.
Me quedé con la idea del final. No llegar a hacer algo por pereza. Recordé a Escarlata O'Hara, sentada en la escaleras, diciendo que "ya lo pensaría mañana". Y supe el final que quería darle a la historia y la frase con la que quería cerrar el relato.
Tenía el final, un final que me gustaba mucho, así que volví a empezar de nuevo, con ese final en mente y el tema de la pereza. Ahora tenía que encontrar un desarrollo que llevara a ese final, un desarrollo que me permitiera meter la gula y la lujuria y que fuera lo suficientemente interesante. Recordé un micro que había leído de Manchi, sobre una mujer que asesina a su marido: Anoche soñé que te mataba, ese me parecía un buen tema, y en vez de rajarle la garganta con un cuchillo, podía envenarle y así podría meter la gula sin ningún problema.
Tenía la trama, una mujer que quiere envenenar a su marido pero que por pereza no llega a hacerlo. La idea me gustaba y le fui dando vueltas, pensé que la gente trataría más la gula relacionándola con lo dulce, así que quería evitar eso, pensé en comidas y... recordé a Claudio envenenado por Agripina con setas. Ese fue el momento en que el relato tomó forma en mi cabeza, la ambientación romana era perfecta para lo que quería contar, y también supe que el relato tenía que empezar con esa palabra: Setas.
Al principio me planteé hacer un relato histórico, con el mismo Claudio y Agripina, pero no me atreví, apenas quedaban un par de semanas para el final del plazo, no me daba tiempo a documentarme correctamente y, ante el temor de meter patones gordos, opté por inventar una familia romana. Recordé al joven de aquella primera historia que empecé y lo transformé en un tribuno romano, lo llamé Quinto por Quinto Curcio, un escritor que no me gusta nada y Marcio por el dios Marte.
Sabina fue el primer nombre que se me vino a la cabeza cuando empecé a escribir sobre ella. A veces pongo nombre provisionales mientras escribo para no perder tiempo con eso y luego los cambio, pero Sabina me encantó, no conseguía imaginarmela con otro nombre así que se quedó con el improvisado. Decidí que Sabina viniera de Grecia para darle un toque oriental, para hacerla exótica sin que dejara de ser romana y que su actitud fuera vista por los que le rodeaban como un rasgo extranjero.
Faltaba por meter la lujuria, desde el principio había querido relacionar la lujuria con la gula, pero en el escenario que había planteado, no me cuadraba demasiado. Sabina tenía que ser distante, fría y eso no cuadraba con alguien apasionado, podía centrar la lujuria en Quinto, pero sería entonces sólo un rasgo del personaje, no una parte importante del relato. Recordé entonces un capítulo de Mentes Criminales en el que un psicópata obtenía placer sexual no cometiendo crímenes, sino viendo cómo otros los cometían. ¿Se puede obtener placer sexual al ver comer a alguien? Se podría considerar un tipo de fetichismo, supongo, aunque en realidad no sé si algo así existe en la realidad. Recordé también un capítulo de Star Trek, dónde una raza alienígena consideraba la comida y el sexo de la misma forma, como un tabú que debía practicarse en la intimidad. ¿Por qué no relacionarlos si eran la misma cosa? Y cuadraba perfectamente con el personaje de Sabina y la idea que me había hecho de ella.
Tenía ya los temas, los personajes y, lo más difícil para mí, tenía el final.
Decidí crear una estructura basada en tres puntos de vista y ahí nació Marcia. Quinto no podía sospechar nada de lo que sucedía a su alrededor, porque era la característica más acusada del personaje y con esa inocencia pretendía que el lector simpatizara con él y no deseara su muerte. Sabina no podía contar nada claramente, porque si la acercaba demasiado al lector perdía ese aire lángido y distante que había conseguido darle, necesitaba un tercer personaje que me ayudara a trasladar las sospechas al lector, que las marcara para distraerle y que el final resultara sorprendente. Quizás me equivoqué al meter este tercer personaje, fue lo que más me criticaron en los comentarios del Reto, yo pienso que el relato no hubiera funcionado bien si lo hubiera quitado, la necesitaba, pero meter tres puntos de vista en un relato tan corto puede ser problemático, porque no hay espacio suficiente para que los tres se desarrollen bien y los cambios pueden resultar muy bruscos para el lector, que puede sentirse confuso; de todas formas a posteriori he pensado en ello y no he encontrado otra forma mejor para expresar lo que quería.
Otro personaje que me criticaron mucho fue la inclusión de Emilio. Emilio era simplemente una escusa para que Sabina tuviera un motivo para matar a Quinto, el motivo tenía que estar centrado en la lujuria porque no quería que el tema tuviera menos importancia que los otros dos, si la lujuria no hubiera sido uno de los temas, es posible que hubiera buscado otro motivo distinto, pero quería que fuera parte importante de la trama. Debí haber desarrollado mejor esa parte de la trama, quizás mencionar a Emilio desde el principio, que no apareciera de pronto cerca ya del final del relato.
La historia es muy sencilla, no cuento nada importante, me centré entonces en los personajes, la historia está montada alrededor de ellos, tomando a Sabina como eje central, mientras que el resto gira alrededor de ella. Cuidé también la ambientación todo lo que pude, el lector tenía que creerse que está paseando por una villa romana, eso creo que sí lo conseguí. Otro punto que marqué mucho es que todo tenía que ser muy obvio, el lector tenía que saber desde el principio que era la historia de un crimen, porque era la forma de que al final se sorprendiera al ver que ese crimen no llegaba a suceder.
El final fue la parte que más reescribí, a veces me parecía demasiado precipitado, a veces demasiado largo. Creo que hay un cambio muy brusco ahí de punto de vista, pero por más que lo intenté no conseguí suavizarlo. La frase final, ya lo he comentado antes, es un homenaje a Lo que el viento se llevó.
Muy interesante, De verdad te quedo un excelente relato. :D curioso tu proceso de creación
ResponderEliminarHay relatos con los que doy menos vueltas xDDDDDD, pero me parecía curioso contar cómo fue este, al tener tantas referencias distintas y realmente luego el resultado final no tiene nada que ver con ellas, pero salieron de ahí.
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