domingo, 23 de febrero de 2014

Verdad


Hasta hace muy poco, yo trabajaba en un negocio familiar. Lo fundó mi padre hace más de cincuenta años y yo me hice cargo de él cuando se jubiló. Durante ese tiempo ha habido de todo, años muy buenos y años muy malos; aciertos y errores. Yo no tengo el espíritu de mi padre, él podía conseguir que una persona entrara por un calcetín y se llevara un jersey y además supercontento y que volviera otro día. Era una capacidad que creo que ha heredado mi hermana pequeña, pero yo no. Yo no sirvo para vender, soy buena en otras cosas, en el trato con la gente, en saber escucharles y adivinar qué quieren, en darles confianza, pero en el comercio, en el marketing, hay una parte que es hacer ver que tu producto es mejor de lo que realmente es y eso yo nunca he podido hacerlo. Siempre he preferido que la gente sepa lo que compra, que vea los defectos y se los lleve a sabiendas, que nadie pueda recriminarme nunca que los he engañado. Eso no es bueno, porque las virtudes a veces pasan desapercibidas y yo intento mostrarlas también, pero no siempre lo consigo. 

Tengo millones de anécdotas pero solo voy a contar una. Recuerdo una mujer mayor, Encarna. Era la persona más desconfiada del mundo y siempre me pedía que le sacara las cosas del escaparate, aunque tuviera una prenda igual dentro de la tienda, porque pensaba que esa prenda no era igual y que la estaba engañando. Era directa también y te decía muchas impertinencias, y estás detrás de un mostrador y las aguantas. Yo tengo paciencia, mucha, pero si hay algo que me molesta es que la gente piense que la engaño y un día, después de muchos días, salté. Le monté un pollo enorme a la mujer, algo que nunca se debe hacer porque el cliente siempre tiene razón y hay que convencerle pero no enfadarle. Yo grité, le dije que como pensaba que yo iba a engañarla, que eso era un insulto y que un cliente engañado era un cliente que no volvía, que cómo podía pensar que yo iba a hacer algo que me iba a perjudicar. Suelo ser muy tranquila y a todo el mundo le sorprendió mi reacción. Me gané una reprimenda de "¿pero a quien se le ocurre?" Y Encarna... Encarna volvió y ha seguido volviendo durante muchos años. Desde aquella discusión me buscaba a mí y no quería que la atendiera mi compañera de trabajo (yo creo que fue aquello de que no es que no la engañara porque yo fuera legal, sino que no la engañaba porque no me convenía hacerlo, lo que hizo que confiara en mí). Yo la trababa de forma muy directa, dura, no mostrándole sonrisas sino contratacando cuando era grosera. Ella me creía y me respetaba.

Sin embargo, todo el mundo no ha sido así. El año pasado, después de la muerte de mi padre, nos planteamos seriamente el cierre. La crisis nos había dado un palo grande, el local necesitaba una reforma que no podíamos pagar y los recuerdos hacían muy duro el trabajo allí, día tras día. Era el negocio de mi padre, su sueño, nunca fue el mío. Sin embargo sí ha sido mi vida desde que tengo uso de razón y dejarlo atrás fue una decisión dura de tomar. 

Y no nos creían. 

No íbamos a prolongarlo mucho, unos meses, pocos, de liquidación y cerrar. Año nuevo, proyectos nuevos. El desalojo del local nos ha llevado más de lo que pensábamos, pero bueno, ya está hecho. Todo ha terminado. Al principio se lo íbamos diciendo a los clientes, pusimos letreros, que parecía que nadie leía. Llegué a dar una fecha de cierre definitivo y la gente seguía sin darse cuenta, ¿como era posible? No nos creían. Creían que estábamos mintiendo, que era una táctica publicitaria para vender, creían que no íbamos a cerrar. Y eso me molestó mucho, no sabéis cuanto, porque la decisión para mí fue muy dura y no es algo con lo que jugaría. Pero así son las cosas, la gente no te cree, la gente da por hecho que mientes, que engañas. Durante la liquidación empecé poniendo las prendas a precio de costo, luego incluso más barato y la gente seguía sin creerlo, pensaban que había inflado los precios, no lo sé. Ha sido muy cansado ver esa reacción, esa incredulidad, ver cómo te has esforzado por hacer las cosas lo mejor posible, por dejar a la gente contenta, por no dejar enfados ni deudas y poder caminar con la cabeza alta.

Y siguen sin creerme, la gente me para por la calle y me pregunta "¿pero como es que has cerrado?" Lo dije. Dije que iba a cerrar. Cuando yo digo una cosa la hago. Es mi peor defecto, que siempre hablo en serio, que no puedes proponerme nada en broma porque me lo voy a tomar en serio. Siempre. Y no son desconocidos, son gente con la que he tratado años y años, gente que debería conocerme, que debería confiar. 

Pero ese es el mundo en el que vivimos, la gente da por hecho que mientes, que engañas, que te vas a aprovechar de ellos. La gente va a aprovecharse de ti en cuanto tiene la oportunidad (eso me daría para otra entrada... pero para qué, mejor ni recordarlo). Y parece que tenemos que entrar en ese juego, en dar por hecho que la gente va a pensar de nosotros que les engañamos, pero no nos lo va a decir, como sí hizo Encarna, para que podamos demostrarles que no es así ni nos va a dar el beneficio de la duda. Y tenemos que mentir, ensalzar nuestras virtudes para que la gente, al pensar que mentimos, las rebaje a como son en realidad, minimizar los defectos para que la gente, al pensar que los estamos minimizando, los aumenten y vean como son en realidad. La verdad no la cree nadie. La verdad no existe.Y cuando la gente sabe que dices las verdad te ridiculiza como si fueras tonta y no conocieras el mundo, cuando a veces lo que pasa es que no me gusta cómo es el mundo.

Una vez, me quejé de que las cosas no eran como yo estoy acostumbrada y un amigo me citó: "El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable intenta adaptar el mundo a sí mismo."  Se calló y yo me quedé pensando, entonces añadió el final de la cita, que yo no conocía:  "el progreso depende del hombre irrazonable". Triste consuelo para el que está fuera de lugar, pensé entonces. Lo sigo pensando. Y a veces he hecho esfuerzos, pero siempre termino pensando que no merece la pena adaptarte a algo que no te gusta. 

Y después del pataleo quiero hablar de lo bueno, que también lo ha habido, y dar las gracias a toda la gente que nos ha ayudado durante estos meses. A los amigos que se han preocupado por nosotros y han estado ahí cuando los hemos necesitado, a los clientes que se han portado con nosotros como si fueran amigos, de forma desinteresada y apoyándonos mucho. Y a todos los que recuerdan con cariño a mi padre y me hacen sentir que esos 53 años merecieron la pena.  




13 comentarios:

  1. No sabía. Si es lo que tú querías, me alegro por ti.

    Un saludo.

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  2. ¿Te digo algo optimista? No.

    No entiendo eso del progreso y la adaptación. Entiendo lo que es ir a un lugar y sentir esa terrible ausencia,querer cumplir con un ideal, continuar con el proyecto y el sueño de alguien que amamos y ver que el mundo y sus circunstancias lo dificultan mucho más.

    En mi caso es mi abuelo. No te lo platicaré, has visto ecos de lo que digo en facebook así como yo vi la manera como avisabas una y otra vez que el local cerraría. Yo estaba en mi propia batalla y fue parte de todos los eventos grandes y chicos que se que le importan a alguien. Ahora entiendo la importancia que tiene para quien me prestó uno de sus textos y con quien he tenido breves e interesantes conversaciones.

    Lo de que la humanidad necesita la mentira, que está acostumbrada a eso y le es tan natural como todo lo demás. Hay demasiados ejemplos en todos los medios. Me has visto compartir algunos.

    Leer esto en su momento le permitirá a alguien ver que dentro de su soledad, su historia no se pierde.

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  3. ¿Sabes, Alyana? Hay gente que intenta hacerme ver las cosas de modo optimista y a veces no necesitas eso, a veces solo necesitas que te comprendan y te dejen un hombro donde llorar. Gracias. :)


    Gracias, Ricardo :)

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  4. Yo entiendo esa sensación de ser minoría, de no encajar, de lo difícil que resulta encontrar el propio sitio, o el propio camino. Pero no hay otra, te acabas acostumbrando. Y a veces viene muy bien gritar y patalear.
    Pero también acabas encontrando gente en la misma situación. Son esos, como tú dices, (amigos, clientes, conocidos casuales...) que te entienden en un momento dado y te prestan su apoyo.

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  5. Yo acabo abandonando caminos, probando otros, pero parece que en ninguno tengo sitio. Quizás mi sitio esté en seguir buscando. Ahora mismo la verdad es que estoy muy perdida.

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    1. Si lo piensas quizás no es tn malo seguir buscando tu lugar. A veces es duro pensar que no consigues ese sentimiento de pertenencia, pero piensa en lo bueno que vas teniendo durante el camino. Besos.

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    2. "Caminante, no hay camino...".

      ¡Un abrazo, muchacha!

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  6. Amiga querida: ¡Gracias por compartirnos tu sentir y tu experiencia con todo esto!

    Desde que empezó el año he querido enviarte un correo porque creo que el cierre de la tienda de tu familia y la publicación de tu novela son hitos en tu vida por los que bien vale la pena darte una palabra de felicitación y otra de aliento porque me queda claro que las cosas que son de ese tamaño nunca son fáciles y tienen mezclas agridulces.

    Hoy al leer el título de tu entrada pensé en darme un espacio para escribir esas palabras, pero al leer el texto completo sé que lo mejor que puedo hacer por ahora por ti es decirte que te mando un gran abrazo.

    Pienso en ti con mucho cariño y admiración.

    Nos veremos en otro momento.

    Besos.

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    1. Gracias, Anabell :) De verdad, para mí es muy importante que estéis ahí :) ¡¡Un abrazo muy grande!!

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  7. Vine al blog a buscar las reseñas de la novela, que ya he terminado, y al leer esto pienso que hay mucho de ti y de estas experiencias en tus protagonistas, el hechicero y la Xaga-Xia rebeldes e inadaptados, y eso hace que Hijos de Tayyll todavía me guste más. Aunque voy a ponerle una pega: me ha sabido a poco. No es que me gusten los mamotretos de quinientas páginas, pero me gustaría saber más de ese mundo, de esos personajes. Tal como está escrita la novela vamos entrando en Tayyll poco a poco a base de pinceladas que lo van creando (esto no es mío, sino de uno de los reseñistas) y cuando ya te has situado, se acaba. Me gustaría que te animaras a contarnos más. Un beso, Elisa

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    1. Hay mucho de mí en esa novela, yo le comentaba a un amigo una vez que quizás no sea lo mejor que he hecho, pero es muy posible que sí sea mi obra más personal. Lo de contaros más es algo que tengo pendiente, aunque quizás sea con personajes nuevos, ya veré. ¡Muchas gracias por leerla!! :D

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