Este es el relato que presenté al TDL 8, donde quedé en el puesto 37, al releerlo veo que quizás las 100 palabras que tuve que recortarlo se notan más de lo que creía pero lo cuelgo tal y como lo envié.
CENIZA
I.
—Lleva demasiado tiempo dormida.
Nadelle oyó las palabras que se abrían paso hasta su abotargado cerebro, movió la cabeza para indicar que no, que estaba despierta, que los escuchaba. Parpadeó intentando abrir los ojos y cuando lo consiguió los vio a los dos. Licos estaba arrodillado en el suelo, junto a ella, nervioso. No dejaba de mover las manos aunque no se atrevía a tocarla. Xleiros no había cruzado el círculo de ceniza y permanecía de pie, más contenido que su compañero.
—Estoy despierta —murmuró, y lo repitió varias veces—. Estoy despierta.
No regañó a Licos por cruzar el círculo de ceniza, ya no importaba. Rechazó sus solícitas manos, se incorporó y miró a su alrededor, todavía algo confusa. El laboratorio no había estallado en llamas, el libro permanecía en el atril, la marmita hervía al fuego, el círculo de ceniza seguía rodeándola… nada había cambiado. Suspiró resignada. Incluso la destrucción total hubiera sido mejor, señal de que la magia había actuado aunque ella no hubiera conseguido controlarla. Así era como si el conjuro nunca hubiera sido pronunciado. Había fracasado.
Se levantó y con pasos inseguros se acercó al atril para repasar el conjuro. No lo entendía, todo era correcto. Cada sílaba había sonado perfecta. Se volvió hacia sus ayudantes, pero no creía que el fallo estuviera en ellos. Tenía que ser ella. Licos y Xleiros continuaban quietos, sin saber qué hacer, evitando mirarla a los ojos, conscientes como ella del fracaso. Alguien había movido la marmita y el humo estaba llenando el laboratorio, todo se veía borroso. No eran lágrimas, no, no eran lágrimas.
—Siempre te equivocas en lo más fácil —Nadelle odiaba la voz susurrante de su maestro, sus palabras de consuelo que encerraban más reproche que si le hubiera dado una reprimenda. Esa iba a ser la última vez, se había dicho, pero siempre había una más, y otra. Los pequeños éxitos no podían compensar los fracasos.
—No lo soporto, odio fracasar. —ella lo miró, sin preguntarse cómo había llegado su viejo maestro al laboratorio, ni porqué parecía haber retrocedido en el tiempo y se sentía como una adolescente impaciente. ¿Y por qué no? Nunca he sido capaz de madurar del todo.
—Hay conjuros que no desean ser pronunciados —contestó él, aunque su voz parecía venir desde muy lejos—. La magia es algo vivo, que apenas podemos controlar. A veces hay que dejarla libre y dejarnos llevar.
—Nunca he podido —se lamentó ella—. Pongo una barrera para impedir que me arrastre. Me da miedo dejarme llevar. No poder controlarla.
–Tienes que confiar en la magia.
—Sí… cerrar los ojos y abandonarme a ella —su voz sonó desafiante, aunque Nadelle sabía que no era capaz de hacerlo. Un hechicero tiene que confiar en la magia, sentirse uno con ella. Nadelle se resistía y ahora pagaba las consecuencias. Aquel conjuro era demasiado poderoso para controlarlo, tenía que haberse dejado llevar.
—No estás muerta. Respiras.
— ¿Y eso debería bastarme? Ahora podría tener el mundo en la palma de mi mano, mi nombre sería temido por todos. Y he fallado. He fallado.
Nadelle miró el libro. Había tardado muchos años en conseguirlo, había malgastado su vida en un sueño que ya no podría hacer realidad. Era demasiado tarde para intentarlo otra vez, los preparativos eran largos y costosos y ella demasiado vieja.
—Maestro —llamó, pero la imagen del anciano había desaparecido y ahora estaba sola, la habitación de pronto era demasiado grande y no era capaz de dar un paso para salir del círculo de ceniza. Se dio cuenta de que estaba tumbada en el suelo y se arrastró, intentando salir. Todo se volvía difuso. Miró a Licos, pero su rostro se había vuelto borroso. Nadelle sintió que la magia la estaba abandonando.
—Nunca la amé, realmente, sólo la utilizaba.
Dos círculos - Milkhailovich
II.
—Lleva demasiado tiempo dormida.
Licos se retorció las manos, nervioso. Xleiros se había quedado quieto, esperando y observando, pero él no podía aguantar más. Había dudado un poco pero al final sus pies habían cruzado el círculo de ceniza para acercarse a ella. No eran esas las órdenes que Nadelle les había dado. Xleiros no siempre obedecía pero él sí. Licos no destacaba, no se arriesgaba nunca, apenas avanzaba, pero para él era suficiente con haber llegado hasta allí. Era el ayudante de una poderosa hechicera y no la envidiaba como sí le sucedía a Xleiros. Para Licos era un placer trabajar al lado de Nadelle. No había nada que ella no conociera, nada que no quisiera investigar. Ella lo regañaba cuando se divertía con la magia pero ¿Cómo podía no hacerlo? Si Xleiros era siempre todo control, a él le gustaba dejarse llevar.
Se arrodilló a su lado, intentando incorporarla, pero Xleiros se lo impidió con un gesto, Licos asintió, le preocupaba pero sabía que era peligroso despertar a alguien de un sueño mágico.
—Siempre te equivocas en lo más fácil —dijo Xleiros y Licos se encogió de hombros. No podían hacer mucho más que esperar.
— ¿Qué crees que ha pasado? —la voz casi no le salía de la garganta, pero Xleiros lo oyó.
—Hay conjuros que no desean ser pronunciados —Xleiros recitaba una lección aprendida-. La magia es algo vivo, que apenas podemos controlar. A veces hay que dejarla libre y dejarnos llevar.
Licos tragó saliva, en aquel momento nada de lo que conocía le parecía seguro.
—Tienes que confiar en la magia.
Licos asintió de nuevo. Confiaba, o eso creía él, se dejaba llevar. La amaba. Pero solo quería sus caricias de amante, no el poder que podía proporcionarle. Es más fácil dejar que sean los otros los que arriesguen. Yo espero el resultado. Juego mientras ellos arriesgan.
— ¿Y si ha muerto? —pensó, pero no se atrevió a decirlo en voz alta, miró a Xleiros, ninguno de los dos se atrevería a tocarla.
—No está muerta. Respira.
Licos suspiró y cerró un momento los ojos. La magia parecía rodearle y era más poderosa que nunca. No entendía lo que había pasado, pero de pronto sintió que no lo necesitaba. Se dejaba llevar. Abrió los ojos y vio a su compañero de pie, ahora borroso, como si hubiera bebido tanta magia que se hubiera emborrachado. Nadelle reposaba en el suelo, Licos dejó de mirarla y se puso de pie, tambaleándose, como si las piernas ya no pudieran sostenerle. Abrió los brazos y dejó que la magia fluyera de él, miles de partículas rutilantes que llenaban toda la habitación. Y él las controlaba. El conjuro era suyo. Lo tenía dentro. Sólo tenía que abrir las manos y tirar de los hilos de magia. Le obedecerían. No sabía cómo lo había conseguido pero tampoco le importaba, sólo quería disfrutar.
III.
—Lleva demasiado tiempo dormida.
Xleiros miró a Licos, que estaba más nervioso de lo que esperaba. Estuvo a punto de impedir que entrara en el círculo de ceniza pero se contuvo. ¿Qué importaba? No se había dado cuenta de nada. Él era el primer ayudante, el más capacitado y ahora el heredero. Licos nunca se transformaría en un competidor, pero podía llegar a ser molesto. Era mejor así.
En su rostro se dibujó una breve sonrisa que murió en cuanto Licos volvió a levantar la vista. Lo veía ya borroso, pero él seguía sin darse cuenta. Estaba perdiendo la voz y Xleiros contestó a su pregunta con una de las lecciones aprendidas hacía mucho. Sólo estaba ganando tiempo hasta que Licos cerrara los ojos. Sólo tenía que cerrar los ojos.
No aguantó mucho más, el cuerpo de Licos cayó junto al de Nadelle, la cabeza de él sobre el pecho de ella. La hechicera parecía inquieta en sueños, Licos en cambio parecía tener sueños agradables y una sonrisa se dibujó en su rostro. Pronto desaparecerá. Pronto seréis sombras, atrapadas en la ceniza.
Xleiros observó cómo la respiración de los cuerpos se iba haciendo más lenta, los rasgos difuminando y ennegreciendo. Licos fue el primero en reaccionar, intentando ponerse de pie, pero su nueva forma parecía inestable. Abrió los brazos. Quizás llamaba a alguien.
—Ya no puedo oírte, Licos, ya no tienes voz. Ni ella tampoco.
La otra sombra, Nadelle, parecía retorcerse sobre sí misma. No había abandonado el suelo y se arrastraba hasta los límites del círculo una y otra vez, después retrocedía. Xlerios contemplaba complacido sus esfuerzos.
—Pronto entenderás que estás soñando, sabrás que he sido yo y que no puedes hacer nada. Alégrate, Licos ni siquiera se dará cuenta.
Hizo una pausa, antes de darse la vuelta.
—Volveré, Nadelle, volveré cuando sea capaz de manejarte. Y caminaré seguro sobre el mundo con tres sombras a mis pies, las vuestras y la mía.
Xleiros se acercó a la puerta del laboratorio, las sombras quedaron detrás, ya no le oían. Se giró una última vez y vio la suya, proyectada en la pared. Le pareció que lo miraba. Se preguntó si no habría pisado el círculo de ceniza por error. Si había cerrado los ojos un momento.
Se preguntó si no estaría soñando.
Sombra: Antón Goyanes
Excelente cuento Rae, yo tengo una duda con respecto a estos cuentos cortos que escribe. ¿Cuando lo haces en que mundo los ambientas, te inventas uno propio o algo asi? por que he visto que tienes muchos cuentos de este tipo que estan en un contexto que parece generico, que es dificil de ubicarlo en lo conocido y que por lo tanto son muy Rae XD
ResponderEliminarSí, me invento un mundo propio, ya hace mucho que no escribo fanfic porque me encontraba con que al fanfic no podía darle difusión y si el relato está ambientado en mi propio mundo sí puedo enviarlo a webs, a concursos, etc. Sin problemas de derechos. Este relato lo escribí para el concurso Tierra de Leyendas.
ResponderEliminarTengo dos mundos medio esbozados y a veces las historias transcurren en alguno de ellos, otras veces, como en este, es algo más genérico.
Gracias por leer y comentar ;)
Siempre habia tenido la duda de en que marco trabajas. A veces pensaba, como Rae puede inventarse estas historias tan buenas, pero no hallo un marco, un mundo establecido. Era como si te las sacaras de la nariz :D o esa era la impresión que me daba, ya veo que no XD. Por cierto he releido este relato con mas calma y me a gustado, aunque ha sido un tanto confuso en algunos puntos
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