viernes, 20 de enero de 2012

El tablero de Yidana - Jordi Biosca

AVISO, CONTIENE ALGUNOS SPOLIERS
  

Landar es una Pieza. Exiliado de su patria, portador del alma de un ángel de un dios que no es el suyo. Landar cumple con su deber, hace lo que se espera de él, o lo que él cree que se espera. Es el primer personaje con el que nos tropezamos en este mundo de islas y líneas mágicas, un mundo cuadriculado como un tablero.

Al principio el mundo apabulla. Arane es grande, fragmentado, confuso. Yo sentía que me perdía, que era demasiado para mí, me decía «no necesito que me enseñes todo el mundo, quiero una historia, lo bien que hayas construido el mundo no me interesa». Sin embargo, conocer Arane es necesario para entender la historia que no está contando porque cada personaje, cada lugar que aparece, tiene su motivo y su intención. El azar no juega ningún papel en esta historia, aunque a veces, sobre todo al principio, pueda parecerlo; las jugadas en el tablero son producto de la estrategia, de la personalidad de los contendientes, de las  alianzas y las traiciones que se forjan. Las Piezas hacen lo que les señalan los movimientos del tablero, a veces son conscientes de ello, otras actúan de forma inconsciente, pensando que son ellos mismos los que se mueven.

La trama del libro es muy compleja y los personajes se supeditan a ella, cada uno de ellos tiene un papel que cumplir y a veces da la sensación de que, cumplidado su misión, el autor se los quita de encima. No es así y esta es una de las cosas que más me han gustado del libro, el autor no se olvida de los personajes sino que los vuelve a recuperar mucho más adelante y nos cuenta lo que ha sido de ellos y lo que les va a pasar, todas las subtramas que van apareciendo, y son muchas, tienen un desenlace. No hay personajes olvidados, aunque haya veces que parezca que unos aparecen para sustituir a otros.

Landar y Nuilari son dos caras de la misma moneda. Dos piezas. Dos vidas aparentemente paralelas: nacen en la misma isla, se enfrentan a un destino parecido pero actúan de forma distinta, como para señalarnos que dos piezas no tienen por qué ser iguales ni hacer lo mismo. Landar es pasivo, obediente, piensa en las consecuencias de sus actos y muchas veces los lamenta, siente remoridimientos y es un personaje triste. Landar es el que acepta su destino y se adapta a él. Nuilari en cambio tiene fuerza y pasión, no acepta su destino, lo cuestiona, quiere que sea ese destino el que se adapte a él. Landar aprende, Nuilari pregunta. La carga de Landar está en su interior, en lo que lleva dentro; la de Nuilari es el mundo que lo rodea. Landar no termina de sentirse a gusto consigo mismo, Nuilari es un extraño en el mundo, vaya donde vaya. Una pieza mira hacia dentro y la otra hacia fuera. Landar y Nuilari no son personajes que se sustituyan uno al otro, sino que se complementan.

Hay muchos personajes y no voy a hablar de todos, pero quiero destacar también a Manllüba, el único personaje femenino de cierta importancia en el libro. Manllüba es madre, esposa y reina, pero a veces me daba la sensación de que las tres facetas estaban demasiado diferenciadas, como si solo pudiera ser una cosa u otra y no las tres a la vez. Me gusta cuando es madre, la comprendo y empatizo con ella, cuando es reina o esposa se me escapa y toma distancia, como si en esos aspectos no estuviera tan definida, o al menos esa fue mi impresión.

El libro está dividido en dos partes, en la primera somos como los personajes, caminamos sobre el tablero sin saber lo que es, la trama nos arrastra de un lado a otro sin que sepamos por qué, conocemos las islas y sus habitantes, las auronías y sus pueblos, las distintas formas en las que la magia se puede mostrar, el dios dormido como una amenaza latente y muchos, muchos personajes que a veces parecen avanzar y a mitad de camino retroceden o cambian de dirección, como si el autor no supiera qué hacer con ellos, aunque en realidad lo que no está mostrando es que las piezas dependen de los movimientos del trablero y que cada jugada puede cambiar el rumbo que toman.

En la segunda parte, magnifica toda la segunda parte, vemos el tablero, comprendemos lo que ha estado  pasando y nos sentamos a jugar con los dioses. De ver el mundo bajo los pies, fragmentado, ahora lo vemos desde arriba, en su conjunto. Disfrutamos con las estrategias tanto o más que dela vida que se está desarrollando de forma paralela en Arane, la vida que no es más que una parte del juego.

No voy a contar más, que ya he soltado bastantes spoliers y creo que es un libro que se disfruta más si lo descubrimos conforme vamos leyendo. Al principio pensaba que no me iba a gustar, el mundo está muy bien definido y hay demasiadas descripciones, pero la trama te atrapa y no te suelta, está muy bien hilada y no deja cabos sueltos, juega contigo primero, mientras te hace conocer el mundo, y te deja jugar después, compartiendo sus secretos. Quizás lo único que sobran son algunas explicaciones al final, que no me parecen necesarias... y los apéndices. Los apéndices no los he leído, me gusta que me expliquen las cosas mientras estoy leyendo, no después, pero a los que os interesa la creación de mundos, las organizaciones, etc sí os interesará. También lleva al final una guía de personajes ¡de la que te avisa al principio del libro que existe! Lo cual es de agradecer, aunque yo solo tuve que consultarla una vez y fue para una organización, con los personajes, a pesar de que hay muchos, no llegué a perderme.


2 comentarios:

  1. ¡Genial tu reseña, Rae! Aún no lo sabes, pero los dioses movieron una pieza tuya en miniatura antes de que la publicaras. Este es el resultado de esa partida. Compraría el libro, si no fuera porque ya lo tengo. ;) Un saludo.

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  2. xDDDDD ¡Gracias!! Se me han quedado cosas que podría haber comentado, como las razas, me molaron muchísimo los Matzhi, pero no quería soltar más spoliers.

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